La distancia!
Hay muchas cosas que puedo decir de lo que significa estar en casa para mi, desde ese olor particular que tiene cada hogar hasta la taza donde siempre tomaba mi café y tuve que dejarla; si! dejarla, porque soy parte de ese grupo de jóvenes que salió de su país en busca de algo mejor en otro país lejos de Venezuela, mi patria-mi país.
Para quienes conocen la situación que tiene actualmente mi tierra, no es un secreto que es un lugar inesperado, inexplicable, asfixiante e impredecible, es tan difícil seguir el ritmo de lo que sucede que es como ir dando pasos en marcha y en dirección contraria; aún así es mi raíz, y donde están atrapados la mayoría de mis familiares, eso genera que haya un peso de conexión muy fuerte y que por más que desees ir siempre adelante es necesario mirar hacia atrás y ayudar al que se quedó.
Personalmente pienso que es una tarea ardua y pesada, que no todos hablan con honestidad al describirla por vergüenza o por elección, una vez me pregunté: cuanto cuesta una llamada a Venezuela? pues la respuesta no siempre es un monto de dinero, cuesta impotencia, rabia, dolor, tristeza y angustia, cuesta más dinero de lo que te cobra la compañía telefónica, dura más tiempo de lo que esperas y no siempre estamos preparados o disponibles para todo. Hasta cierto punto es egoísta la respuesta e injusta la recepción, porque no siempre estamos bien, no siempre estamos de ánimo y no siempre tenemos la capacidad económica para repartir nuestro esfuerzo.
Tantas veces me he repetido y les he dicho a mis amigos (que también se fueron) que nuestros momentos de gratitud y premio a nosotros mismos, no son motivos de evaluación ajena que perdí la cuenta; a que me refiero? bueno, a que nos fuimos, dejamos todo lo que teníamos y que seguimos en reconstrucción, que nos merecemos un viaje, una buena comida, vestir como deseemos y a sentirnos orgullosos de mostrarlo sin esperar el juicio destructivo de los demás; porque al hacer juicios de valor sin motivo, nos arrebatan el derecho a crecer y a sentirnos bien con nosotros mismos por tener oportunidades, es una actitud castigadora e injusta.
Lidiamos con un país distinto, con normativas y leyes distintas, con un idioma diferente muchas veces, una cultura nueva y en mi caso tan diferente que muchas veces me sentí una extraterrestre, adaptarte a nueva moneda de pago, enfrentarte a tomar el trabajo que sea para poder sobrevivir, lidiar con estaciones del año a las que nunca estuviste expuesto y para las que no estabas preparado, son innumerables razones que no deberíamos estar repitiendo para tratar de que tengan al menos una idea de todo esto, mucho menos si ya tienes varios años fuera y peor aún cuando cada familia en Venezuela tiene al menos un miembro en el exilio, por decisión propia o por obligación. Ya es parte de lo común!
Es más complejo de lo que se cree, es más profundo de lo que se ve. Se asumen y se reparten responsabilidades sin consideración, en este punto por supuesto no es lo ideal; pero no se puede escapar fácilmente de todo esto sin ser señalado, le sumamos la poca o nula posibilidad de que quienes están en Venezuela reconozcan cada aspecto bajo análisis y criterio de realidad individual, es pedirles mucho más de lo que tienen para dar.
Duele tanto decir que no, que solo quienes lo vivimos lo sabemos! no podemos muchas veces lidiar con todo y aún así seguir de pie y abriendo caminos, cumplir promesas, estar estables emocional y físicamente, pero seguimos intentándolo, dándolo todo y más, creyendo fielmente que si se puede, que siempre se puede, tampoco estoy en posición de creer que estoy o estuve peor de los que están allá; por supuesto que no, pero si sería más llevadera la vida si todos trabajamos desde los extremos para construir un mundo mejor, a mantener la armonía, a considerarnos mutuamente y apoyarnos, a entendernos y preguntarnos de ambos lados cómo estamos y a buscar en las tormentas las oportunidades.
Ojalá algún día acortemos la distancia, esa que no se mide en números sino en conciencias!
Eli 💜
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